Valle del Loira en bicicleta

En tierras de castillos, vinos, quesos y ciudades con mucha historia. Solo faltaba poder recorrerla en bicicleta. Y también se puede. 
Texto y fotos © Maribel Herruzo 




Las regiones francesas de Centro y Loira Atlántico pusieron en marcha, en el verano de 2005, el proyecto "Loira en bicicleta" un viaje siguiendo el curso de un río que atraviesa seis provincias, incluyendo ciudades imprescindibles como Orleans, Nantes o Blois. La mayor parte de los 800 kilómetros del circuito está dentro del perímetro del Valle del Loira, zona declarada Patrimonio Mundial por la Unesco.
Esta ruta es parte de un proyecto aún más ambicioso, la Cicloruta 6, que abarca 2400 kilómetros desde Nantes a Budapest. Cada año se añaden nuevos tramos que permiten a los visitantes conocer a vuelta de pedal los castillos, viñedos y encantadores rincones del Loira.
No es necesario ser un experto en andar en bicicleta, ya que los tramos están bien acondicionados para que los simples aficionados y aprendices puedan realizar el recorrido sin mayores problemas. Existen numerosas zonas donde detenerse a descansar, visitar los diferentes atractivos de la ruta, fotografiar paisajes o, simplemente, admirar los parajes amables y tranquilos del valle. Los ciclistas cuentan, en todo momento, con el apoyo de servicios específicos: locales para guardar las bicicletas de modo seguro, material de reparación y mantenimiento, desayunos especiales, alquiler de bicicletas y transporte de equipajes para quien lo requiera. Además hay 147 hospedajes de distintas clases a lo largo de toda la ruta, que está muy bien señalizada y balizada.
Las diferentes rutas pueden escogerse en función de los intereses de cada cicloviajero. La ruta de los famosos castillos del valle se inicia en Port-Boulet y llega hasta Blois, con algunos pequeños desvíos hacia el interior, dejando el río a la izquierda del camino. El placer y la diversión en esta clase de viajes se reúnen en algo tan simple como pedalear tranquilamente a lo largo de la ribera del río, atravesando pequeñas ciudades y pueblos. En los recorridos se pueden ver ciervos, cisnes, cormoranes, gaviotas y pájaros migratorios. A lo largo de la ruta se suceden los bosquecillos, algunos puentes de piedra, casonas antiguas y páramos. La primavera y el verano son estaciones ideales para realizar estas excursiones, aunque también lo es pedalear bajo la cálida luz otoñal, cuando los ocres envuelven el paisaje en una atmósfera de cuento.
Leré, cerca de Belleville

Rumbo a Sancerre
Uno de los puntos de partida de la ruta podría ser Briare, una zona que visitan quienes navegan por placer por el río Loira y canales adyacentes. Este es el inicio del camino a Sancerre, un precioso pueblo rodeado de viñedos donde se produce un delicioso vino blanco. A lo largo de este paseo, el río Loira será siempre fiel compañero de viaje. En el camino, hay algunas paradas obligatorias en Bonny-sur-Loire y Belleville-sur-Loire, donde se puede reponer fuerzas probando sus productos regionales.

Quien tenga interés por lo sobrenatural o vaya acompañado de niños, puede desviarse un poco para llegar al singular Museo de la Brujería, en Concressault, que muestra desde los personajes de la imaginería fantástica de la infancia hasta historias reales de las mujeres que por mucho tiempo fueron consideradas brujas y perseguidas por ello. Volviendo a la ruta hacia Sancerre, la siguiente parada es en el pueblo de artesanos llamado La Borne, con cantidad de alfareros, escultores y ceramistas. Sancerre es una ciudad de calles empedradas suspendida en lo alto de una colina rocosa, el mejor lugar para degustar el exquisito queso de cabra de Chavignol acompañado de un vino local.
Sancerre, pueblo vinícola





















Juana de Arco y los castillos
Es imposible no tropezar con la imagen de Juana de Arco en cada esquina de Orléans, una de las ciudades del Loira. La heroína francesa que murió quemada en la hoguera es el auténtico símbolo de la ciudad y su estatua ecuestre preside la plaza central. También aparece en las vidrieras del antiguo Ayuntamiento y se la recuerda en el interior y el exterior de la catedral gótica de Sainte-Croix, con placas y esculturas.
Uno de los muchos castillos que jalonan el camino es el Sully-sur-Loire. Esta soberbia fortaleza medieval de altas torres y fosos de agua se edificó a finales del siglo XIV y albergó entre sus muros a Voltaire, quien lo consideró como “el más amable de los castillos”.
Castillo de Sully-sur-Loire
El encantador castillo de la Verrerie, construido por los Stuart de Escocia en pleno Renacimiento, cuentan que podría haber inspirado al escritor Alain Fournier en su obra "el Grand Meaulnes". A lo largo de la ruta de Jacques Coeur, el castillo se refleja en el estanque al pie de sus torres.
Hay muchas otras alternativas de rutas de castillos. Por ejemplo, desde el castillo de Châteaudun al pueblo troglodita de Trôo, pasando por Arville, donde se está la Orden Templaria mejor conservada de Francia. O desde el castillo de Chinon a la ciudad de Richelieu, modelo de urbanismo del siglo XVII construida por el famoso cardenal. Y entre tantos otros, desde el castillo de Villandry a la pagoda de Chanteloup, y el castillo de Ussé, donde dicen se inspiró Perrault para describir el decorado de “La bella durmiente”. Así, de castillo en castillo, la ruta invita a recorrer esta parte de Europa a puro pedal.
Castillo del Bosque, en La Verrerie

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